jueves, 14 de octubre de 2010

#10 Huevos a la flamenca del confín de las islas de Terramar.

Vale, sí, un nombre muy friki ¿qué queréis? La mudanza sigue adelante y ya casi no me quedan ni neuronas para pensar. Eso sí, dejadme que añada...

Cosas que no molan de la mudanza.

-Encontrar un CD de Enya entre mis libros. Dios Santo! Hubo un tiempo en el que me gustó escuchar a doña "Aburro hasta a los comatosos". Para matarme.
-Que te llame el casero y te diga que en dos horas va a ir a echar un vistazo a la casa, esa casa que tienes echa una mierda por culpa de la mudanza y que aún no has tenido tiempo, no ya de limpiar, sino siquiera de adecentar minimamente (conste que al final fue muy majo).
-Descubrir que has metido por error el móvil en una de las cajas justo cuando acabas de apilarlas todas y te llaman del banco (esa merece el primer puesto). Ésta además se divide en sub-versiones: descubrir que has guardado el mando de la tele en una de las cajas y no recuerdas en cuál, el bolígrafo de la pen-tablet, las llaves, el rotulador con el que marcas las cajas... sep, debo ser medio gilipollas.
-Encontrar unos calzoncillos de niño con un dibujo de Shinchan en el cajón de tu mesilla de noche. Vale, vale, creo recordar que me los regalaron en una presentación de Atari; aún así, la primera impresión acojona: ¿Me habré vuelto uno de esos viejecitos simpáticos que van a los colegios con los bolsillos llenos de caramelos? Brrrr!

Y ahora que ya me he desahogado, vamos allá con la receta del día. Ésta va dedicada a Gloria, que me echa el cable y todavía me pide perdón encima. Es un plato sencillito, para cuando habéis limpiado la cocina y no queréis ensuciarla, ejem, ejem, o para esos momentos en los que váis pillados de tiempo pero os apetece comer en condiciones. Me temo que he desmontado el scanner, he guardado la cámara y la mesa de dibujo no es más que un palé lleno de cajas de cartón, así que esta vez no hay dibus, lo siento. Eu... editado: hacemos el dibu en pen-tablet, directly al ordenata y listos. Total...
Y ahora sí....


#10 Huevos a la flamenca del confín de las islas de Terramar.


Tiempo: 1 hora más o menos.
Dificultad: 3
Autor: Bueno, del libro es Úrsula K. Le Guin,
de la receta, supongo que mi madre en mayor medida.

Ingredientes (para 5-6 personas):
2 huevos de dragón (vale, si os da cosa o no podéis encontrar huevos de dragón en el mercado podéis usar huevos de basilisco o, siendo cutres, 6 huevos de gallina ^_~)
250 grs. de puré de tomate o tomate tamizado (es fácil encontrarlos en los supermercados, sólo tenéis que buscarlo)
2 latas de guisantes medianitas (500 grs. en total, para entendernos).
8 salchichas de carnicería.
6 chorizos de venado (si os cuesta encontrarlo podéis usar otro tipo de chorizo, pero eso sí, que sea carnoso y tenga poca grasa o se os fastidiará el plato)
Un vasito de vino blanco de mesa.
2 dientes de Ajo
1 cebolla mediana.
Orégano.
80 grs. de Grana padano (granapadanísimo jojojojojo) o Parmigiano regiano, a ser posible fresco y en taco, no rallado.
Sal y Pimienta.
Una hoja de laurel seco.
Mantequilla salada.
Aceite de oliva virgen extra 1º.

1.- Al lío:
-Precalentamos el horno a 180º.
-En un recipiente grande de barro apto para horno de esos de los de toda la vida pintamos el fondo y las paredes con mantequilla. Acto seguido echamos el ajo y la cebolla muy pero que muy picaditos, todo lo que podamos. Añadimos un poco de pimienta, un puñado de orégano, la mitad del vino blanco, la mitad del tomate y un pellizco de sal.
-Lo removemos un poco para que se mezcle.
-Cortamos las salchichas y el chorizo. Más o menos, para que os hagáis una idea, la salchicha podemos cortarla en tres o cuatro trozos, algo así como de 3-4 centímetros cada uno. El chorizo lo cortamos para que nos salgan unas ocho o diez rodajas de cada uno, de un centímetro, centímetro y medio como mucho.
-En la cazuela de barro echamos todas las salchichas cortadas y las empujamos para que cubran el fondo. Encima de éstas echamos la primera lata de guisantes y, sobre los guisantes, 5 chorizos cortados, guardando uno para luego.
-Cubrimos la mezcla con orégano, una piza de pimienta, la segunda lata de guisantes y un pellizco de sal.
-Vertemos el resto del tomate y el vino.
-Rallamos casi todo el queso (una dos terceras partes) sobre la mezcla. Aquí, si habéis seguido mi consejo, veréis la diferencia de aroma entre el queso en taco recién rallado y el sequerón queso rallado de sobre.

2.- Los huevos.
-Y ahora viene la parte importante: los huevos. Lo bonito es que queden sobre todo el plato, llamando la atención sobre su papel importante, pero es fácil que se sequen y se plastifiquen adquieriendo la mista textura que la cara de un action man. Os voy a dar un truco para que esto no pase:
-Sobre la mezcla rompemos los seis huevos de gallina uno a uno de la siguiente forma: primero lavamos bien la cáscara con abundante agua y papel de cocina. No dudéis en echarle un poco de amukina al paño o cualquier otro desinfectante limpiador apto para el consumo humano.
-Con una cuchara, hacemos un huequito en la mezcla de la cazuela y, con el huevo bien limpio, rompemos la cáscara con cuidado de que nos queden dos mitades limpias sin cascarillas sueltas pegadas. Vertemos yema y clara en el hueco e, importante, cubrimos la yema con la mitad de la cáscara del huevo, como si fuera un sombrerito. Así evitamos que se seque la yema y se plastifique.
-Repetimos la operación con los 5 huevos restantes (o con el otro huevo, el izquierdo, si habéis conseguido los de dragón).
-Con los huvos ya puestos en la mezcla y las yemas bien cubiertas por los sombreritos de cáscara, colocamos las últimas rodajas de chorizo sumergiéndolos en las claras y rociamos con un chorrito de aceite. para esta ocasión si os recomiendo un buen aceite de oliva virgen extra, a ser posible de gradación severa. Con el aceite vási a conseguir que la clara no se plastifique y al ser bueno, le váis a dar aroma extra al plato, aunque eso sí: que no se os vaya la mano.
-Finalmente rallamos el resto del queso con suidado de que no caiga sobre las cáscaras.

3.-¡Al horno!
-Pues eso es, cuando lo tengáis todo montado sólo tenéis que meterlo al horno ya calentiuto a 180º una media de 40-60 minutos y listos. Si os gusta con la clara cuajadita, con 40 min.- es suficiente. Si por el contrario lo preferís bien hecho, dejadlo cincuenta o incluso 55, con cuidado de vigilarlo para que no se queme la clara.
-Antes de servirlo acordáos de quitarle las cáscaras. Lo mejor es sujetar la cáscara con la llema de los dedos y separarla poco a poco con la ayuda de un cuchillo puntiagudo. Si aún no os ha salido el callo de amianto en la punta de los dedos podéis usar un papel de cocina húmedo.

Trucos:
-Si le ponéis unas patatas cotadas en rodajas al fondo o unos champiñones cortaditos podéis tener un estupendo plato completito. También le va bien el pimiento y el tomate natural, como siempre os digo, esta es la base, ahora os toca innovar.
-No os paséis con las raciones: este plato es CONTUNDENTE, uno de esos que piden siesta de postre.
-Si lo váis a poner de segundo plato precededlo de una ensalada fresca, una sopa ligerita o un poquito de pescado, no carguéis de grasas el organismo. Personalmente: con un poco de fruta es un menú más que suficiente.

Alternativa muerdecésoed, digo... comehierba.
Pues sí que la tiene, sí... cambiad el chorizo y las salchichas por un pisto bien rico, unas berenjenas cortadas en pedacitos con sus buenos pimientos, algo de calabacín, unas setillas... eso sí, acordáos de echarle un buen pellizco de pimentón ahumado o un pimiento choricero en tiras, que le dará mucho más aroma.

Y listos. Espero que os guste y disfrutéis con este platillo de poco curre. Yo voy a seguir con lo mío. Argh!

domingo, 10 de octubre de 2010

Un corto que se hizo grande: Azar, los dados de Dios

Hace muchos, muchos años, en un pueblo encantado llamado Poblete, un grupo de aguerridos celtíberos grabó un corto que, por azares del destino, dio en llamarse "No Smoking: Fumar puede matar". Con más ganas que medios técnicos, Juan Ignacio Sans y Tomás García Baringo dirigieron a un pequeño grupo de actores no profesionales (entre los que tuve la suerte de contarme) para narrar una historia un tanto dramática de disparos, fidelidad y, por suepuesto, tabaco.
Dos años después, el tandem Tomás-Juan Ignacio vuelve a reunirse para mostrarnos este corto que, por azares del destino, nunca mejor dicho, se ha terminado convirtiendo en largometraje: Azar, los dados de Dios.
Con una puesta en escena mucho más ambiciosa, unos medios técnicos muy superiores y, lo que es más importante, un equipo de actores profesionales para esta ocasión (del que, sorprendentemente, sigo formando parte) los guionistas nos proponen una historia trepidante que habla de los dolores del pasado, las bajas pasiones y la muerte, prometiendo sorprender con un final apoteósico.
En fin, que os invito a todos a su estreno a mediados de noviembre en las salas de cines de Las Vías en Ciudad Real. podréis disfrutar de una buena historia y tomaros unas copillas con el equipo y con ese calvo tan feo que aparece en la contraportada, el de la cara malo-malismo (recordadme que mate al fotógrafo). Ya os avisaré de hora y día. Mientras tanto, podéis echarle un ojo a la portada oficial.


Buen puente!

miércoles, 6 de octubre de 2010

Cosas de Casa

Vale, prometí que os iría contando cómo iba toda esta mierda de la mudanza pero no quiero ser pesado, por eso no había escrito nada antes. Sea como sea llevo cuatro horas cargando cajas y necesito un descanso, así que voy a aprovechar para contaros un par de cosas que he descubierto gracias a esto de la mudanza (os recuerdo que para ver los dibus grandes sólo tenéis que pincharlos).

1º Cosa: Soy una lavadora.

Pues sí, tanto tiempo pensando que era una persona -bueno, más o menos- y me tienen que llegar los del seguro para demostrarme lo equivocado que estaba. Todo el malentendido se debe al formulario del seguro que rellené mientras Eva y yo firmábamos las escrituras de la casa. Al liqui porque la conversación no tiene desperdicio.

11 de la mañana. Montando cajas en Rda. Ctrava. Llaman al teléfono del seguro.

S-¿Buenas, es usted Rafael Antonio bla bla bla?
R-Sep
S-Le llamo del seguro. Estábamos comprobando los formularios y en sus datos hemos visto algo.. bueno... ¿Por casualidad no será usted una lavadora?
R-Ya. Según mi amigo soy un lavavajillas, aunque yo prefiero el término polvorón, por lo de polvo-rón, ya sabe.
S-........A...já. Es que ha puesto usted en datos personales que mide 46 centímetros y pesa 95 kilos.
R-Pero todo músculo, no crea.
S-Ya lo imaginaba. por lo que ha puesto en deporte: Boxeo. ¿Sabe usted que es una actividad de riesgo?
R-Bueno, es cuestión de perspectiva... Es actividad de riesgo, sí, pero para los demás.
S-........ Ejem, Pondremos ejercicio no peligroso.
R-Si es un capricho...
S-Y ahora en serio, ¿me puede decir su altura, por favor? La de verdad.
R-Vaaale, metro ochentaiuno más menos, pero hágame un favor: la próxima vez pongan altura en vez de talla, que con los nervios de soltar la millonada uno se confunde.
S-Lo tendremos en cuenta.


Cosas que pasan, supongo.

2º Cosa: la cantidad de cosas que puede llegar a atesorar
un calvo con barba a lo largo de los años.

Pues sí, acojonante. Mogollón de cahcarros de todo tipo que se pueden hasta catalogar por apartados:

Cosas que mola encontrar:
-Cartas de los viejos tiempos en Minami.
-cartas de viejos amigos.
-Dibus de los lectores.
-Escritos de eva de nuestros tiempos de instituto.
-Regalos perdidos.
-El contrato de edición del Manuscrito (Ay, las vueltas que da la vidaaa!).
-Fotos de Eva de chiquitita.
-Un zippo (pa la colección! Y van 37)
-Cuadernos de mi etapa de parvulitos (y ya hacía dibujillos en los márgenes, si de dónde no hay...).
-Tabaco, dinero y media botella de Jack Daniels (pa qué engañarnos...)
-Una botella vacía de Moët&Chandon con una rosa seca.
-Cartas de opilectores de alguien que ahora es una gran amiga (y van dos: las vueltas que da la vidaaa)
-Un diploma firmado por mazo de peña de la que la mitad hace años que ni veo (Y tres ¿lo cantamos a coro?)
-Arañas patilargas con ganas de cachondeito.
-Un pantalón diez tallas mayor de mi época de hombre-godzilla.
-Figuritas varias.
-Un maletín de acuarelas en perfecto estado y mazo de material de dibujo perdido.
-Una muñeca satánica tó chula.
-Mi primera editorial.
-Un shuriken (tiembla, sede de la SGAE, estoy armado y cabreado)
-Bolsas de aspiradora (sí, vale, no debería molar, pero es que son tan suaves...)
-Mil millones de cómics y dibujos que ya ni recordaba. Está chulo reírte de cosas que has hecho tú.
-¡¡Mis plumillas!!

Cosas que ni fú ni fá.
-El contrato del seguro de la primera casa.
-Cartas de lectores de los tiempos de Minami (ya, me refiero a las sosas)
-Fotos de peña cuyos nombres ni recuerdo.
-Una caja de puros aromáticos que me regalaron (huid de la peña que fuma aromático, o son góticos de boquilla, o son mEmos, no falla)
-Press discs por un tubo.
-Regalitos absurdos de las compañías de videojuegos (un autógrafo de fernando Alonso? Joder, soy calvo pero no soy el tío de la sexta. Total, lo que hace Alonso ya lo hacen los taxistas de Ciudad Real, sólo que sus coches son más lentos)
-Condones de Jagermaister (sin comentarios. Y sí, seguro que me fata alguna diéresis por ahí).
-Instrucciones de cosas informáticas y garantías de aparatos de hace mil años. (¿Por qué guardamos los libritos de instrucciones de las teles, los móviles y los dvds si sabemos que jamás vamos a leerlos?)
-Golosinas para gatos.
-Merchandise de regalo de esos que te meten en la bolsa en los salones del manga cuando compras una figurita (postales de star trek, llaveros cutrismos de naruto y pai-pais de Portal japón. Sin comentarios)
-Bolígrafos secos.

Cosas que NO molan:
-Cartas de los lectores de los tiempos de Minami (es que hay cada una...)
-Recuerdos de gente que ya no está.
-Pelusas gigantes y perfectamente estructuradas en grupos paramilitares cuyo fin es dominar la tierra empezando por tu cuarto de estar (Nota mental: he descubierto que son especialmente vulnerables a los mecheros bic y los botes de aerosol).
-Cartas que ibas a mandar y se te olvidó.
-Trozos de pared que caen porque sí.
-Cosas en las que te esforzaste un huevo y al final se quedaron a medias.
-Relatos y cómics que pensaste que eran brutales y que ahora vuelves a leer y ves que son una auténtica mierda (si encima son tuyos te da una bajona...).
-Pelos de gato (generalmente aliados con las pelusas gigantes para tomar el control del edificio)
-La tarjeta de memoria que buscaste durante siglos y terminaste comprando otra.
-Libros terribles similicopias de Crepúsculo que algún borracho malnacido hijo de mil coristas coreanas sordas pensó que te haría ilusión. (Eso sí: Son estupendos como armas arrojadizas contra botelloneros insaciables)
-Cartas de peloteo para quedar de guay.
-Folletos de propaganda electoral (viene a ser lo mismo que lo de arriba).
-Periódicos de mis tiempos en La Tribuna (mala, mala época).

Y finalmente están las cosas absurdas, esas que, por mucho que te devanes los sesos, eres incapaz de recordar de dónde salen, por qué las compraste, o en qué estaba pensando la persona que te lo regaló.
Por ejemplo:
-Un adoquín de la calle. (Eva se tropezó y se abrió la rodilla con el puñetero pedrusco. Ni corto ni perezoso fui a por él y me lo llevé a casa, para que aprendiera el muy mamón)
-Material de escritura china (Ni papa de dónde narices ha salido)
-Una camiseta naranja chillón de la ADAM con tres azulejos robados en los aseos del pabellón jerezano del IFECA. (sin comentarios)
-Una pitillera desconocida con dos gramos de grifa. (Ni papa de dónde narices ha salido. Si se la dejó alguien que avise, que me estoy comiendo mazo la bola con cómo narices ha aparecido eso entre las figuritas de la vitrina).
-Un collar de gato (????)
-Y la más absurda, extraña, incomprensible y acojonante de todas las cosas halladas: ¡¡Una botella de malibú!! Dios santo, cómo pille al que metió eso en casa se puede ir olvidando de saludarme por la calle.


Y eso es todo, gracias por dejarme desahogarme con vosotros.
Ale, a seguir currando...

martes, 5 de octubre de 2010

#9 Gusito sinergético del reverso tenebroso.

Pos ale, desde las nueve que llevo metiendo mi vida en cajas de cartón. Voy a tomarme un ratito de descanso. Aprovechando que hoy no tengo que hacer la comida, que ya la hice ayer, os paso la receta de este estupendo plato. Un guiso de los de toda la vida, con su carne, su clavo y su olorcito a cocina de abuela. Si no os apetece algo de esto con el fresquito que empieza a pretar es que no sois de esta tierra, men. Y como decía Voltaire: ¿Nuvelle cuisine? tontainas ha habido siempre.
Dejadme que me lavo las manos y nos ponemos manos a la obra con este peazo de

Guisito sinergético del reverso tenebroso

Tiempo: Puff... de dos horas mínimo pa alante.
Dificultad: poquita, poquita, vamos a ponerle un 4.

Ingredientes (para 6-8 personas o varios días)

-400 grs. de magro de cerdo en tacos.
-400 grs. de ternera para guisar.
-2 latas medianas de guisantes.
-Una pastilla de doble caldo starlux.
-Una zanahoria grande.
-Cebolla y ajo en polvo.
-Media botella de tinto de calidad. Un Rioja en condi o un cencibel mancheguito de categoría.
-100 grs. de mantequilla.
-Un chorro de vino blanco.
-Tomate frito.
-Laurel.
-Clavos (de los de especia, ¿eh?, no me seais brutos y uséis de carpintería...).
-Sal y pimienta.
-Puré de patatas (en la receta 8 ya os dije como hacerlo rapidíto y fácil, no vamos a repetirnos con eso).

Elaboración:

1. La carne.
-Lavamos bien la carne para que no afee el guiso con la espuma de las impurezas respetando el tocinillo que pueda traer, que le va a dar gracia al guiso.
-Mientras, ponemos una sartén al fuego con un puñado de mantequilla, nada de aceite, y la dejamos fundir.
-Una vez fundida, marcamos la carne de cerdo friéndola un poco hasta que coja color doradito por todos sus lados. Una vez marcado el primer lado, le echamos un puñado de sal, pimienta molida y cebolla en polvo.
-Cuando esté todo marcado sin llegar a cocinarlo del todo (recordad que la idea es sellar la carne para que no pierda jugo. Ya luego la cocinaremos en la olla) echamos un chorro de vino blanco para que pille el juguito que se haya quedao en la sartén. Lo dejamos burbujear unos segundos y volcamos todo el contenido de la sartén en una olla grande.
-Repetimos la operación hasta haber terminado con el cerdo, y hacemos lo mismo con la ternera, cambiando el vino blanco por un chorro de tinto.

2.- Los guisantes y la zanahoria.
-En la misma sartén echamos las dos latas de guisantes bien escurridos y la zanahoria peladita y cortada en rodajas o tacos, lo que prefiráis. En cuanto empiece a coger tono, echamos una pastilla de doble caldo starlux (sí, tiene que ser de marca, todavía no he encontrado ninguno que se le parezca ni remotamente) y un puñado de cebolla en polvo.
-En cuanto la pastilla de caldo se disuelva lo echamos en la olla junto a la carne.

3.- El guiso.
-Añadimos lo que nos quede de mantequilla a la olla si la carne tiene poca grasa. Si tiene mucha, mejor que cambiéis de carnicería. Luego echamos tres hojas de laurel (ojo, laurel seco, que el fresco se carga el guiso al ser tan fragante. Si sólo tenéis fresco, metedlo un rato al microndas envuelto en papel de cocina, limpiadlo bien en agua y echad una sola hoja).
-Añadimos tres o cuatro clavos y un chorro escaso de tomate frito. Como tres cucharadas grandes, ya que sólo es para darle un toquecillo ácido, pues el vino que vamos a usar es más bien prudente con el paladar.
-Y llega la hora del vino. En principio basta con la media botella, pero a veces sobra o hace falta más. El truco es que el vino cubra el contenido de la olla (la carne, los guisantes, etc.). Probadlo por si hubiera que rectificar de sal. A unas bravas podéis echarle otra pastilla de caldo, pero en principio no es necesario.
-Encedemos el fuego al mínimo y lo dejamos cocer tapado a fuego lentismo durante un mínimo de hora y media-dos horas. Lo mejor es que saquéis un trozo de carne antes de servir y veais si se rompe con la cuchara. Si es que no, dejadlo un poco más. Ahm, y una vez sacado del fuego dejadlo reposar unos minutos tapado, como si fuera una paella, pero con la tapa un poco inclinada en vez de con un paño.

4.- Presentación:
-Servir con un buen puré de patatas, una parrillada de verduras semi-cruditess o unas patatas al horno bien blanditas. También podéis ser originales y ponerlo junto a una buena tortilla de papas caseras, unos boniatos a las brasas o incluso un puré de castañas saladito; podéis servirlo bajo un techo de espárragos verdes a la leña, sobre una tosta de pan de pueblo bien caliente o rodeados de champiñones al horno con un toque de ibérico que le dé el punto de sal. Como suele decirse: El poder es vuestro.


Trucos:
-Tened en cuenta que la carne de ternera en esta situación tiene dos puntos de ternura: la clásica que se obtiene al hacerla a la parrilla o plancha; y la de guiso. La de guiso tiene varios estadíos: Primero se pone tierna sin romper las fibras musculares, luego se endurece muchísimo a raiz del calor, y a partir de la hora de cocción, comienza a soltarse dando una textura impresionante.
-Esta es la base de cualquier guiso. Podéis añadirle a la cocción nabo, apio, col, patatas cortadas en cachelos (tacos gordos, vamos), tomate natural, hinojo si os gusta el punto anisado... Vamos, que lo de aquí es solo el principio, ahora tenéis que improvisar. 
-Como todo buen guiso, cuanto más tiempo pasa, más bueno está, pero no os dejéis llevar por la emoción. En época de frío puede aguantar hasta cuatro días en la nevera, pero es mejor congelarlo por si las moscas.
-La salsa sobrante con los guisantes y las zanahorias podéis batirla y obtendréis una deliciosa crema o una estupenda salsa para bocadillos.

Alternativa comehierbas:
-Estoy seguro que hay alguna, pero me parece un sacrilegio buscar una alternativa vegetariana a este estupendo menú. Francamente, colegas abraza-árboles, con todo mi respeto hacia vuestra dieta, os estáis perdiendo algo muy grande.

Y eso es todo. Si ya vivís solitos, echadle un "try" a este plato, que de verdad que es de los buenos. Eso sí, acordaos de quitar el laurel al servirlo y estad al liqui de los clavos, que como mordáis uno se os va a ir el día a hacer gárgaras.
Ale, a seguir metiendo cosas en cajas, parezco Pocoyó. 

lunes, 4 de octubre de 2010

Habemus Casa.

Pues sí, eso parece, y más que parecerlo, lo es. Nueve meses ha tardado, más que un parto, pero ha sido bonito, más o menos. Seguramente más más que menos, y dudo que me equivoque.

Pero echemos la vista atrás, porque ha sido un año bonito, con salvamento de monje de piedra en el Sión incluído (dejemos el tema de cómo me salvó exactamente), concierto de Metallica en Madrid con bíblico final en plan Moisés, liderando a mi pueblo de heavys adolescentes ante el Bernabeu a las seis de la mañana; examen de oposiciones de Eva con final más que oportuno, oportunismo; noches de juerga increíbles, horas de cachondeo en el Inem con patry, Sylvia y Danny, salvamento de una pareja con el buenismo de Jaime cubriéndome las espaldas (siempre me ves en mis mejores momentos) Largas conversaciones por teléfono, escapadas a Madrid con la fiambrera, un mes de escasez de argentinos y alguna que otra promesa rota que, para qué mentirnos, no sorprendio a nadie.
¿Y qué decir del principio de año? Gritando desfasado ese Happy New Year a dos calles de Time Square, tratando de hacer beber whisky a una embarazada (joder, yo pensaba que "baby loop" significaba cara de cría), corriendo por las estaciones de Conie Island al más puro estilo the Warriors y disfrutando con Eva en Central park de uno de nuestros mejores viajes, que es decir mucho.
Un año estupendo, algo temprano para decir esto, que sólo estamos en octubre, pero el tema de la casa ha sido tan absorvente, tan complicado, tan jodido... que al tenerla ya en nuestras manos es como si se cerrara todo un ciclo vital y la cosa empezara de nuevo. Casi, casi, desde cero.
Atrás queda ese piso de dos habitaciones del que nos enamoramos, el dúplex cuyo dueño quiso jugárnosla a dos días de la venta (nada más bonito que decirle a alguien que coja la casa y se la... bueno, iba a tener problemas para sentarse en varios meses, eso fijo). Atrás queda la casa esa taaan legal que al final resultó tener cinco embargos, el diminuto chalet cuyos metros desaparecían y, cómo no, la casa de Paco, la que durante tres meses estuvo a punto de ser nuestra y al final, gracias a la nueva corrupción bancaria de este gobierno de charanga y pandereta, causó la depresión de sus vendedores.




Toda ha quedado atrás y ahora sólo nos queda mirar al frente, a nuestra nueva casa, nuestra madriguera, nuestra guarida. Un bicharraco de tres plantas que tardaremos décadas en pagar pero que se ha convertido desde ahora en nuestra niña mimada. Dadme tiempo a ouparme de sus jardines, a montar el saco y la batería,  a dejarla, en fin, a nuestro aire y en breve seréis tan bienvenidos a ella como siempre lo habéis sido a esta página.

¿Y qué más deciros?
Pues como siempre, gracias.
Gracias por vuestra amistad y apoyo a lo largo de este parto inmobiliario, gracias por vuestro cariño y paciencia cuando era incapaz de hablar de otra cosa que del precio del ladrillo o la crisis inmobiliaria.
Gracias, en fin, por ser tan buenos amigos.

Y mañana, sin más dilación, preparaos para una receta de las "wenas, wenas". "Guisito sinergético del reverso tenebroso", ale, para vosotros, fijo que os vais a chupar los dedos.

Ale, y ahora al tajo, que Eva se me va a trabajar.